a revolución Pilates: el método que puede cambiarte la vida

Hasta hace unos meses no podía estirarme completamente ni estar demasiado tiempo en la misma posición sin tener dolores, sobre todo en la espalda. Estaba impedido para muchas cosas que ahora sí puedo hacer con normalidad porque me encuentro más ágil y sano”. Son palabras de Jaime, una de las muchas personas que en algún momento de su vida decidió probar el Pilates cuando empezó a notar que el desgaste de los años le pasaba factura. Unas declaraciones que podrían atribuirse a prácticamente la totalidad de los practicantes de esta disciplina que no deja de ganar adeptos. Porque no solo puede mejorar la calidad de vida de las personas en edad adulta, sino que es un complemento magnífico para cualquiera que aspire a tener una vida saludable.

Método de guerra

Los orígenes del Pilates se remontan a la Primera Guerra Mundial. Fue entonces cuando un deportista alemán de nombre Joseph Pilates empezó a desarrollar y aplicar en enfermos todos los conocimientos que había adquirido desde su enfermiza niñez en fisioterapia, traumatología, ballet y gimnasia. De esta mezcla de modalidades deportivas con conocimientos sobre el cuerpo humano nació este método.

Para los más débiles, fabricó una cama con un sistema de poleas y cuerdas de tal forma que no pasara tanto tiempo inmóvil el paciente, sino que pudiera ir trabajando en la rehabilitación estando incluso postrado en una cama, en lo que fue el origen de muchos otros aparatos ideados luego por el propio Pilates. Fue solo una de las iniciativas que tomó y que funcionó con éxito en la recuperación de muchos combatientes de la Gran Guerra.

Una vez concluyó el conflicto bélico, Pilates se trasladó a Estados Unidos y allí comenzó a inculcar sus técnicas no sin la dificultad que conllevaba ser un exiliado. La clave de su éxito fue formar muy bien a determinados discípulos, denominados “elders”, que a su vez fueron abriendo clínicas especializadas y formando a otras personas.

Así, con esta instrucción piramidal, su método se extendió primero por Estados Unidos y con los años por el resto del mundo, hasta aparecer en España a comienzos de los 90 gracias al doctor Juan Bosco Calvo, quien fue invitando a realizar cursos y ponencias en nuestro país a quienes luego serían grandes maestros del Pilates.

Mucho más que rehabilitador

Uno de lo errores es creer que el Pilates se usa principalmente para la rehabilitación. Es cierto que favorecer la recuperación física es una de sus ventajas más importantes, pero para nada se trata del único beneficio derivado de la práctica. Su objetivo real es el fortalecimiento de toda la musculatura del cuerpo, tanto la superficial como la profunda, además de mejorar la flexibilidad y la agilidad y aumentar la fuerza y la capacidad de concentración.

Para ello, el método mezcla dos disciplinas: una que se desarrolla totalmente en el suelo, sin herramientas extras, y otra que sí requiere de algunas máquinas para poder ser practicada, conocida como Reformer.

Es importante saber que ninguna técnica es más saludable o sencilla que la otra, sino que están concebidas como complementarias. Lo mejor sería una mezcla de ambos estilos con final capicúa.

En una fase inicial, las máquinas ayudan porque te permiten trabajar con un peso menor al de tu cuerpo, y cuando ya se tengan dominados los ejercicios en máquinas lo más óptimo sería dar el salto al suelo. El cambio se nota, por lo que requiere de un proceso de adaptación y entrenamiento, pero cuando se domina puede complicarse un poco más regresando a las máquinas para trabajar aún más duro con ellas, con pesos por encima del que marque el cuerpo, que es con el que se trabaja en el suelo.